jueves, 21 de marzo de 2013

Trabajo de Tomas


Escuela Secundaria Técnica Num.74
“Profr. Carlos Tijerina Torres”

Hambre, alta tecnología y desigualdad social.

Nombre: Tomás Morales Chávez.
Grado: 3°          Grupo: “C”
N.L: 22

Viejas preguntas, ¿futuras respuestas?
Miles de seres humanos mueren cada año de inanición. Ante un contraste tan dramático surgen interrogantes elementales. ¿Se trata de un problema de disponibilidad de alimentos o de una distribución regresiva del ingreso que impide a  determinados segmentos sociales acceder a ellos? Y también, ¿Acaso nosotros estamos ayudando a que termine la inanición? La respuesta, No. Por ejemplo, muchos, más bien, la mayoría de los países de África sufren de inanición, pobreza, entre otras cosas.
Algunas de estas preguntas son de larga respuesta, pero en ambos casos las respuestas tienen lugar en un nivel económico, productivo, tecnológico y social que ha cambiado significativamente a lo largo de las últimas décadas.
Consecuentemente, el problema global del hambre no sólo sigue vigente, sino que se ha tornado más complejo y más grave.
El problema del hambre: El ayer y el hoy.
Las formas de aprovisionamiento de alimentos son temas que han preocupado a la sociedad desde tiempos remotos. Desde mediados del siglo XX, el problema del hambre fue visto como una batalla entre la producción de alimentos y el crecimiento de la población. Aquí, la tecnología aparecía como la llave maestra para la solución del problema de la disponibilidad.
Se decía que la endeble producción agrícola no podría abastecer plenamente los requerimientos alimentarios porque en países con sistemas agrícolas avanzados los rendimientos habían alcanzado un límite y estaban en uso todas las superficies cultivables de mejor calidad. Entendiendo mejor, la investigación agraria comenzó a considerarse esencial y pasó a tener cierta relevancia en las agendas públicas, como respuesta a la problemática de la alimentación mundial.

Los esfuerzos conjuntos de diversos países e instituciones en materia de investigación y difusión de nuevas tecnologías agrarias —semillas de alto rendimiento, fertilizantes, herbicidas y maquinaria— derivaron en un aumento de la producción de productos primarios y de alimentos.
Tiempo más tarde, el desplazamiento de las fronteras cultivables y una mayor productividad elevaron la producción, pero debido al crecimiento poblacional comenzaron a generarse nuevas inquietudes sobre la capacidad del planeta para sostener con sus recursos finitos la creciente producción de alimentos.
En 1972, poco antes de la crisis del petróleo, fue publicado el Informe sobre los límites del desarrollo, donde se realizaron estimaciones sobre el crecimiento de la población, el crecimiento económico y la evolución de lo que denominaban la “huella ecológica” de la población en la tierra para los siguientes cien años. En este informe se sostenía que el planeta imponía límites al crecimiento que hacían que el crecimiento exponencial de la población y el producto no fueran sostenibles en el tiempo. La conclusión del informe de 1972 fue la siguiente: si el actual incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales se mantiene sin variación, alcanzará los límites absolutos de crecimiento en la Tierra durante los próximos cien años.
No obstante, la disponibilidad de alimentos fue acompañada por una distribución del ingreso, especialmente en sociedades menos desarrolladas, donde se acentuaban los problemas de accesibilidad en simultáneo con la creciente sofisticación en el aprovisionamiento de alimentos: nuevos envases, alimentos industrializados y marcas comerciales, entre otras novedades.
Esta situación generó la reacción de un grupo de científicos latinoamericanos, en el marco de la Fundación Bariloche, cuya posición crítica fue plasmada en el Modelo Mundial Latinoamericano.



Esta crítica apuntaba, a que el modelo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (Massachusetts Institute of Technology) atribuía el subdesarrollo y la pobreza —y con ello el hambre— a la superpoblación de los países en vías de desarrollo, así intentaba demostrar que los límites al crecimiento tenían un carácter físico.
Hacia la década del noventa, los estudios comenzaron a mostrarse más optimistas respecto al futuro, basados en la capacidad de la tecnología para resolver los problemas del presente, aunque enfatizando en la necesidad de lograr un desarrollo sustentable en términos ambientales, y la necesidad de establecer en las agendas políticas mundiales la lucha contra el hambre también cobró impulso. Últimamente, en el mundo muchos países hacen conciencia de lo que está pasando, así que los gobernantes de cada país que ayuda manda damnificados a los países que se encuentran en nivel de pobreza y también de desnutrición, tal como paso después del terremoto que hubo en Haití.
En un marco de ideas sobre el problema del hambre, surgieron nuevos conceptos. En la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996, la FAO oficializó el concepto de seguridad alimentaria, en el cual se definió como “la disponibilidad de alimentos suficiente, estable, y sustentable en largo plazo, así como el acceso universal a los alimentos necesarios para el pleno desarrollo de los individuos”
Esto implica reconocer el derecho de los pueblos a:
·        Definir sus propias políticas a partir de sus circunstancias culturales únicas.
·        Dar prioridad a la producción de alimentos a nivel local basada en campesinos y pequeños productores, utilizando sistemas de producción sustentables.
·        Establecer precios justos para los agricultores y defenderlos de política de precios predatorios.
·        Garantizar el acceso a los recursos naturales por medio de acciones de redistribución, control comunitario de los recursos productivos, protección de las semillas y su libre intercambio en contra del patentamiento.
·        Realizar inversiones públicas significativas.

A partir de todo lo que hemos visto, es tiempo de ver el problema, ¿Como evolucionó el problema de la alimentación en los últimos 50 años? Si bien la superficie cultivada creció muy lentamente, la producción de alimentos, lo hizo mucho más rápidamente.
El secreto estuvo en el impacto positivo de la tecnología, materializada en mejores rendimientos por hectárea. Por lo tanto, pese en los últimos años ha aumentado la producción de alimentos, el hambre no sólo ha disminuido, sino que ha crecido.
En regiones del mundo, el hambre crónico es, principalmente, un problema asociado a la pobreza y a la mala distribución de la riqueza entre/dentro de las naciones, en un sistema con ineficiencias en la distribución de los alimentos y en las políticas. Como fue señalado, se generan alimentos suficientes para alimentar a toda la población mundial pero, al mismo tiempo, persiste el hambre en parte importante de ella.
Lamentablemente, con los problemas derivados del consumo insuficiente de alimentos, se observan excesos de consumo en algunas zonas favorecidas (como Estados Unidos, China) que son lugares en el que hay mucha riqueza y también, principalmente, mucha comida y muchos restaurantes, no se preocupan por otros países que son pobres. Vale la pena hacer una nota adicional al problema. A partir de la situación estructural, en los últimos años (especialmente desde 2007 hasta fines del 2008), se produjeron aumentos de precios sustantivos en una serie de productos primarios que rápidamente agravaron el problema del hambre.
Aunque la crisis financiera, aunque derivó en reducciones sustantivas en algunos precios, no se reflejó aún con idéntica magnitud en el mercado de los alimentos. Más allá de los precios, persisten algunas de las causas, como vienen siendo el uso de materia prima agraria para biocombustibles o el fenómeno de la urbanización de sociedades masivamente rurales, que afectarán la demanda y los precios de los alimentos, así como también el tema de la pobreza a futuro.
Ello lleva a presumir que el incremento evidenciado en los últimos años en el número de personas subalimentadas responde, en buena medida, a los problemas de accesibilidad.


Producción y abastecimiento de alimentos industriales.
Una mayor producción de granos, carne y leche no se hace de una manera automática en oferta de alimentos disponibles para los consumidores, menos si vienen siendo urbanos. Existe en el medio una larga serie de pasos de transformación industrial, acondicionamiento, concentración, transporte, logística y comercialización hasta llegar a los consumidores.
Como un problema, el precio pagado por los consumidores refleja cada una de estas etapas con sus rasgos dominantes: existencia de barreras tecnológicas, controles estatales y escalas productivas.
Una alternativa se refiere a aquellas materias primas que requieren un proceso de transformación (trigo, maíz, cacao, café) que por lo general están sujetas a las reglas industriales.
Recientemente, la fase comercial ha cobrado una inadecuada relevancia. De la mano de cadenas de distribución, varias de ellas de cobertura global, se establecen mecanismos desde distintas geografías, con marcas propias y gigantes sistemas de abastecimiento, nuevos conceptos comerciales (el arrendamiento de los espacios en góndola y la tercerización de actividades) y un uso difundido y crítico de las tecnologías de la información: desde los códigos de barra hasta los sistemas de abastecimiento en línea.
De esta forma, si se tiene mayor disponibilidad de materias primas viene siendo aspecto de un problema. Para lograrlo y convertirlas en alimentos, se necesita de una larga serie de etapas de transformación. No obstante, el marco general puede darse distintas configuraciones, cada una de las cuales afectará el precio que percibe el persona que lo consume, a partir del cual se define la accesibilidad a los alimentos.
Buena parte de los estratos de pobreza mundial, se ubican y tienen como epicentro severos problemas de distribución inicial en tierras y derechos de propiedad.


Sin embargo, es válido analizar ciertos factores que son clave para el futuro de las cadenas de provisión de alimentos. Hay aquí algunos factores.
·        Estructuras de mercado. En varias de las actividades existen fuertes concentraciones empresarias que se expresan en mercados poco competitivos y, consecutivamente, precios alejados de los costos unitarios.

·        Tecnología e innovaciones. Los alimentos se han tornado complejos rápidamente desde el punto de vista tecnológico, con su consecuente impacto sobre los niveles de precios.

·        Sustentabilidad. La expansión reciente y potencial de la producción de insumos agroindustriales necesariamente presiona sobre recursos naturales finitos.

Ha habido muchos problemas agronómicos presentes en diversas regiones, como la erosión del suelo, la pérdida de biodiversidad y la contaminación del agua, etc, pueden reducir, a futuro y de manera irreversible, la producción agrícola y, llevar con ello, la capacidad de generar los alimentos necesarios para alimentar a la población creciente.
Aunque, la creciente de población nuevamente reedita los dilemas de la década del sesenta y sus modernas preocupaciones maltusianas, ahora por alimentos y usos industriales de la materia prima.
Sin embargo, existen varias líneas de acciones que coinciden en la mejora de los rendimientos, antes que en la expansión de la frontera productiva:
·       Trabajar sobre la biología de las plantas para modificar genéticamente las tasas de conversión de energía que toman del ambiente.
·        Alterar la conducta de las plantas a fin de adaptarlas a las condiciones actualmente poco favorables de los suelos “marginales” y de las perturbaciones ambientales.
·        Mejorar biológicamente la calidad de los suelos, adaptándolas a las plantas y a los  animales.
·        Modificar contenidos de vegetales y animales a fin de mejorar las características de los alimentos.
Así como en el pasado la disponibilidad de alimentos crecía a una tasa superior a la mejora en los niveles de ingresos menos favorecidos, la actual complejidad tecnológica en el aprovisionamiento de los alimentos tampoco es acompañada por una mejor distribución del ingreso.
Puntos de partida para una agenda política.
A pesar de que vivimos en un mundo dominado por las comunicaciones globales, este tema no está presente cotidianamente en la pantalla informativa ni toma la atención en las agendas académicas y políticas, lo que lleva a una pregunta relevante como paso previo a su solución: ¿de quién es, institucionalmente, el problema del hambre?
Primeramente, el hambre no es un problema individual sino un desafío colectivo para el conjunto de grupos sociales y sobre todo, de países. Se trata de resolver soluciones en cada uno de los planos específicos.
La gravedad del problema y la urgencia por hallar soluciones sustentables en el largo plazo exige la generación de una conciencia  colectiva, la cual, por lo menos inicialmente, debería intentarse a través de la cooperación internacional. Como por ejemplo, en los países ricos hay mucha comida y alimentos, y sin embargo, otros países no sienten lastima que en otros países no consuman alimentos, como los países con nivel económico alto.
Una primera conclusión revela entonces que “el ámbito” de solución del problema se encuentra altamente fragmentado y se está debilitando la percepción del dramatismo y realismo que alcanza. A menudo, la seguridad mundial, algunas enfermedades, ocasionales desastres naturales y otros temas similares desplazan el foco de atención.


Una segunda conclusión indicaría que, a nivel país, además del tema de los recursos involucrados y mas allá de la existencia de planes globales, existe amplia cantidad de iniciativas implementadas por múltiples institucionalidades con poca persistencia temporal y un marcada descoordinación entre políticas enfocadas en la oferta respecto de las demandas.
Pero la verdadera conclusión es que este problema no es de los últimos años, este problema se a llevado muchos años atrás, lo que hace a que varios países ricos se olviden y mucho peor, que se olviden de los países que no tiene dinero ni alimentos que consumir

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